domingo, 29 de enero de 2012

EL CURA Y EL TAXISTA....



Había dos paisanos que tenían el mismo nombre:  'Joaquín González', pero uno era 'sacerdote' y el
otro era 'taxista'.
Quiso el destino que los dos murieran el mismo día. Entonces, llegan al cielo, donde les espera San Pedro.




 -¿Tu nombre? - pregunta San Pedro al primero.
 - Joaquín González.
 - ¿El sacerdote?
 - No, no; el taxista.

San Pedro consulta su planilla y dice: - Bueno, te has ganado el Paraíso.
Te corresponden estas túnicas de seda con hilos  de oro y esta vara de oro con incrustaciones
de rubíes.
 Puedes pasar. - Gracias, gracias... - dice el taxista.
 Pasan dos personas más y luego le toca el turno al otro Joaquín, quien había presenciado
 la entrada de su paisano.
 - ¿Tu nombre?
 - Joaquín González.
 - ¿El sacerdote?
 - Sí.
 - Muy bien, hijo mío. Te has ganado el Paraíso.
 Te corresponde esta bata de polyester  y esta vara de plástico.
 El sacerdote dice:
 - Perdón, no es por presumir, pero... debe haber un error. ¡Yo soy Joaquín González, el sacerdote!
- Sí, hijo mío, te has ganado el Paraíso, te corresponde la bata de...
- ¡No, no puede ser! Yo conozco al otro señor, era un taxista, vivía en mi pueblo, ¡era un desastre como
taxista! Se subía a las aceras, chocaba todos los días, una vez se estrelló contra una casa, conducía
muy mal, tiraba los postes de alumbrado, se llevaba todo por delante.

Y yo me pasé cincuenta años de mi vida predicando todos los domingos en la parroquia.
 ¿Cómo puede ser que a él le toque una túnica con hilos de oro y vara de platino y a mí esto? ¡Debe
haber un error!- No, no es ningún error- dice San Pedro.Lo que pasa es que aquí en el cielo ha llegado la globalización con sus  nuevos enfoques administrativos. Nosotros ya no hacemos las evaluaciones como antes.
- ¿Cómo? No entiendo...
 - Claro, ahora nos manejamos por 'Objetivos y Resultados'.
 Mira, te voy a explicar tu caso y lo entenderás enseguida:
Durante los últimos cincuenta años, cada vez que tú predicabas, la gente se dormía; pero cada vez que el taxista conducía, la gente rezaba y se acordaba de Dios.
Entonces, ¿quién vendía más nuestros servicios?Nos interesan los resultados, hijo mío.¡¡RE-SUL-TA-DOS!!!

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