Antes de nada mira el vídeo. Obsérvalo cuantas veces quieras y siempre tendrá el mismo efecto desconcertante. Sí. Todos los rombos son exactamente iguales aunque tu cerebro se empeñe en enviarte información engañosa (Aviso: Fíjate en el color, no en el tamaño). La frase que titula este punto es del astrónomo Neil deGrasse Tyson, quien se quejaba en una conferencia reciente de que les llamemos "ilusiones ópticas" cuando en realidad no son más que fallos que comete nuestro cerebro al interpretar la realidad. ¿Quieres saber por qué vemos los rombos diferentes?
En realidad los rombos no tienen un color uniforme, sino que son más claros en la parte superior y se van oscureciendo gradualmente hacia abajo. Basta colocar un dedo en el medio de cada rombo para comprobarlo. La presencia de los rombos blancos arriba hace que los de la parte superior parezcan más oscuros de lo que son. Nuestra mente establece referencias entre unos y otros y hace que los veamos totalmente distintos. Es la manera en que percibimos el color y las formas lo que nos engaña. O dicho de otra forma, somos buenos con los límites y malos con los tonos.
En realidad los rombos no tienen un color uniforme, sino que son más claros en la parte superior y se van oscureciendo gradualmente hacia abajo. Basta colocar un dedo en el medio de cada rombo para comprobarlo. La presencia de los rombos blancos arriba hace que los de la parte superior parezcan más oscuros de lo que son. Nuestra mente establece referencias entre unos y otros y hace que los veamos totalmente distintos. Es la manera en que percibimos el color y las formas lo que nos engaña. O dicho de otra forma, somos buenos con los límites y malos con los tonos.
Pero si no lo has visto claro, te voy a liar un poco más. Mira el siguiente vídeo donde sucede lo mismo y lo contrario, vemos los cuadros distintos hasta que le ponemos un objeto entre medias:
Como se ve, cada rectángulo azul también está degradado (esta vez de izquierda a derecha) de modo que los vemos totalmente diferentes salvo que eliminemos los límites. Este efecto, relacionado con un fenómeno denominado inhibición lateral, prueba de nuevo que nuestro cerebro es bueno detectando los límites de las formas pero un poco torpe con los cambios de tonalidad.
Fíjate bien en esta foto:
¿Cuál de las dos piezas es más grande? La de abajo, ¿no?
Pues aunque parezca increíble en realidad ambas piezas tienen el mismo tamaño. Échale un vistazo a este vídeo para comprobarlo:
Diez ilusiones en dos minutos
La cara de Einstein
¿Qué es lo que está pasando aquí? La visión de una máscara hueca, vacía, es un estímulo que puede interpretarse de varias maneras. Podemos reconocer una cara cóncava, hueca, “excavada”. Pero podemos también interpretarlo como una cara convexa similar a las que encontramos todos los días en nuestra interacción social. Conforme la máscara gira, nuestros sentidos nos gritan: ¡Es un objeto hueco, es un volumen cóncavo! Pero, como dice Dawkins, el cerebro está cegado por su tozudo empeño en ver caras en todas partes, y grita más fuerte: ¡Es una cara, es una cara, es una cara! ¡Tiene que ser una cara! Como las caras son naturalmente convexas, se crea la ilusión de convexidad para la máscara hueca, y el modelo visual que acaba construyendo el cerebro es inquietante y extraño, una cara que “se traga” a otra cara que flota fantasmalmente en el aire.
La habitación.
The Room Illusion [YouTube, 90 seg.] es uno de los más asombrosos e impactantes fragmentos del maravilloso y altamente recomendable documental Brain Story (2000). Es una ilusión óptica de las mejores que haya visto. No hay trucos digitales ni de post-producción: es una escena real, rodada de una forma… especial. Es una ilusión tan buena, tan buena, que puedes verla una, y otra, y otra vez mientras los ojos engañan a tu cerebro continuamente.
En la secuencia, las niñas parecen cambiar de tamaño al moverse por la habitación. ¿Qué está sucediendo? En realidad se trata de una habitación construida de una manera… peculiar: su perspectiva está tremendamente deformada, incluyendo los muebles que contiene, el lado izquierdo que es más grande que el derecho y hasta algo de pendiente. Pero el ángulo de cámara se ha elegido cuidadosamente para que parezca normal en cada toma.
Nuestros ojos ven la escena y el cerebro interpreta que está ante una habitación, «y todas las habitaciones son rectas». Los movimientos de las niñas confunden al cerebro, porque parecen cambiar de tamaño, pero el cerebro tiene grabado tan profundamente que esa habitación «ha de ser como todas las demás habitaciones» que la mente prefiere creer… ¡que las niñas cambian de tamaño!
Lo que explica la narradora es que, en nuestra limitada percepción del mundo exterior, es tan importante lo que el cerebro espera ver como lo que realmente ve. Un ejemplo asombro de cómo nuestra memoria visual y nuestra imaginación pueden literalmente influir en cómo percibimos lo que tenemos delante de nuestros ojos.,
Es tan difícil salir de esta ilusión óptica de la habitación deformada que mucha gente sigue sin entender lo que sucede realmente, o cómo es la habitación, aun viéndolo muchas veces.
Esta construcción se llama La habitación de Ames (en la Wikipedia: Ames Room, con un plano de cómo se construye el efecto). Fue el oftalmólogo Adelbert Ames quien la creó en 1946 a partir de un concepto del médico y físico Hermann von Helmholtz. Una aplicación práctica de esta perspectiva forzada fue usarla en El Señor de los Anillos para conseguir que los hobbits parecieran pequeñitos al lado del mago Gandalf, especialmente en las secuencias de interiores.
En la secuencia, las niñas parecen cambiar de tamaño al moverse por la habitación. ¿Qué está sucediendo? En realidad se trata de una habitación construida de una manera… peculiar: su perspectiva está tremendamente deformada, incluyendo los muebles que contiene, el lado izquierdo que es más grande que el derecho y hasta algo de pendiente. Pero el ángulo de cámara se ha elegido cuidadosamente para que parezca normal en cada toma.
Nuestros ojos ven la escena y el cerebro interpreta que está ante una habitación, «y todas las habitaciones son rectas». Los movimientos de las niñas confunden al cerebro, porque parecen cambiar de tamaño, pero el cerebro tiene grabado tan profundamente que esa habitación «ha de ser como todas las demás habitaciones» que la mente prefiere creer… ¡que las niñas cambian de tamaño!
Lo que explica la narradora es que, en nuestra limitada percepción del mundo exterior, es tan importante lo que el cerebro espera ver como lo que realmente ve. Un ejemplo asombro de cómo nuestra memoria visual y nuestra imaginación pueden literalmente influir en cómo percibimos lo que tenemos delante de nuestros ojos.,
Es tan difícil salir de esta ilusión óptica de la habitación deformada que mucha gente sigue sin entender lo que sucede realmente, o cómo es la habitación, aun viéndolo muchas veces.
Esta construcción se llama La habitación de Ames (en la Wikipedia: Ames Room, con un plano de cómo se construye el efecto). Fue el oftalmólogo Adelbert Ames quien la creó en 1946 a partir de un concepto del médico y físico Hermann von Helmholtz. Una aplicación práctica de esta perspectiva forzada fue usarla en El Señor de los Anillos para conseguir que los hobbits parecieran pequeñitos al lado del mago Gandalf, especialmente en las secuencias de interiores.
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