Madrid 1947
Isabel Guerra es la monja pintora que, desde su clausura en el monasterio cisterciense de Santa Lucía, Zaragoza, llega cada dos o tres años a Madrid para exponer sus cuadros: llenazo asegurado, venta total.
Sus vocaciones han corrido paralelas desde la adolescencia: fue una niña rebelde que quiso
PINTAR Y AMAR A DIOS, AUTODIDACTA. HIPERREALISTA.
No crean que la vida monástica le ha apartado de las preocupaciones terrenas: convencida de que este mundo no puede gustarle a nadie, su obra contiene un mensaje de esperanza:
LA BELLEZA ES POSIBLE,
NO TODO ESTÁ PERDIDO.
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