"Desde que las insignias se llaman pins, los maricones gays, las
comidas frías lunchs, y los repartos de cine castings, este país
no es el mismo: ahora es mucho, muchísimo más moderno.
Antaño los niños leían tebeos en vez de comics, los estudiantes
pegaban posters creyendo que eran carteles, los empresarios hacían
negocios en vez de business, y los obreros, tan ordinarios ellos,
sacaban la fiambrera al mediodía en vez del tupper-ware.
Yo, en el colegio, hice aerobic muchas veces, pero, tonta de mi,
creía que hacía gimnasia. Nadie es realmente moderno si no dice
cada día cien palabras en inglés. Las cosas, en otro idioma, nos
suenan mucho mejor. Evidentemente, no es lo mismo decir bacon que
panceta, aunque tengan la misma grasa, ni vestíbulo que hall, ni
inconveniente que handicap...
Desde ese punto de vista, los españoles somos modernísimos. Ya no
decimos bizcocho, sino plum-cake, ni tenemos sentimientos, sino
fellings.
Sacamos tickets, compramos compacs, comemos sandwiches, vamos al
pub, practicamos el rappel y el raffting , en lugar de acampar
hacemos camping y, cuando vienen los fríos, nos limpiamos los
mocos con kleenex.
Esos cambios de lenguaje han influido en nuestras costumbres y han
mejorado mucho nuestro aspecto. Las mujeres no usan medias, sino
panties y los hombres no utilizan calzoncillos, sino slips, y
después de afeitarse se echan after shave, que deja la cara mucho
más fresca que el tónico.
El español moderno ya no corre, porque correr es de cobardes, pero
hace footing; no estudia, pero hace masters y nunca consigue
aparcar pero siempre encuentra un parking.
El mercado ahora es el marketing; el autoservicio, el
self-service; el escalafón, el ranking y el representante, el
manager. Los importantes son vips, los auriculares walkman, los
puestos de venta stands, los ejecutivos yuppies; las niñeras
baby-sitters, y hasta nannies, cuando el hablante moderno es,
además, un pijo irredento.
En la oficina, el jefe esta siempre en meetings o brain storms,
casi siempre con la public-relations, mientras la assistant envía
mailings y organiza trainings; luego se irá al gimnasio a hacer
gim-jazz, y se encontrará con todas las de la jet, que vienen de
hacerse liftings, y con alguna top-model amante del yoghurt light
y el body-fitness.
El arcaico aperitivo ha dado paso a los cocktails, donde se jartan
a bitter y a roast-beef que, aunque parezca lo mismo, engorda
mucho menos que la carne.
Ustedes, sin ir más lejos trabajan en un magazine, no en un
programa. En la tele, cuando el presentador dice varias veces la
palabra O.K. y baila como un trompo por el escenario la cosa se
llama show, bien distinto, como saben ustedes, del anticuado
espectáculo; si el show es heavy es que contiene carnaza y si es
reality parece el difunto diario El Caso, pero en moderno.
Entre medias, por supuesto, ya no ponen anuncios, sino spots que,
aparte de ser mejores, te permiten hacer zapping.
Estas cosas enriquecen mucho.
Para ser ricos del todo, y quitarnos el complejo tercermundista
que tuvimos en otros tiempos, solo nos queda decir con acento
americano la única palabra que el español ha exportado al mundo:
la palabra "SIESTA."
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