miércoles, 10 de noviembre de 2010

Carta de una oyente

La "famosa" carta que señora al programa de radio de Luís del Olmo para que la leyeran en directo, consistente en esto:






 


  "Desde que las insignias se llaman pins, los maricones gays, las
  comidas frías lunchs, y los repartos de cine castings, este país

  no es el mismo: ahora es mucho, muchísimo más moderno.
  Antaño los niños leían tebeos en vez de comics, los estudiantes
  pegaban posters creyendo que eran carteles, los empresarios hacían
  negocios en vez de business, y los obreros, tan ordinarios ellos,
  sacaban la fiambrera al mediodía en vez del tupper-ware.
  Yo, en el colegio, hice aerobic muchas veces, pero, tonta de mi,
  creía que hacía gimnasia. Nadie es realmente moderno si no dice
  cada día cien palabras en inglés. Las cosas, en otro idioma, nos
  suenan mucho mejor. Evidentemente, no es lo mismo decir bacon que
  panceta, aunque tengan la misma grasa, ni vestíbulo que hall, ni
  inconveniente que handicap...

  Desde ese punto de vista, los españoles somos modernísimos. Ya no
  decimos bizcocho, sino plum-cake, ni tenemos sentimientos, sino
  fellings.
  Sacamos tickets, compramos compacs, comemos sandwiches, vamos al
  pub, practicamos el rappel y el raffting , en lugar de acampar
  hacemos camping y, cuando vienen los fríos, nos limpiamos los
  mocos con kleenex.
  Esos cambios de lenguaje han influido en nuestras costumbres y han
  mejorado mucho nuestro aspecto. Las mujeres no usan medias, sino
  panties y los hombres no utilizan calzoncillos, sino slips, y
  después de afeitarse se echan after shave, que deja la cara mucho

  más fresca que el tónico.
  El español moderno ya no corre, porque correr es de cobardes, pero
  hace footing; no estudia, pero hace masters y nunca consigue
  aparcar pero siempre encuentra un parking.
  El mercado ahora es el marketing; el autoservicio, el
  self-service; el escalafón, el ranking y el representante, el
  manager. Los importantes son vips, los auriculares walkman, los
  puestos de venta stands, los ejecutivos yuppies; las niñeras
  baby-sitters, y hasta nannies, cuando el hablante moderno es,
  además, un pijo irredento.
  En la oficina, el jefe esta siempre en meetings o brain storms,
  casi siempre con la public-relations, mientras la assistant envía
  mailings y organiza trainings; luego se irá al gimnasio a hacer
  gim-jazz, y se encontrará con todas las de la jet, que vienen de
  hacerse liftings, y con alguna top-model amante del yoghurt light
  y el body-fitness.
  El arcaico aperitivo ha dado paso a los cocktails, donde se jartan
  a bitter y a roast-beef que, aunque parezca lo mismo, engorda
  mucho menos que la carne.
  Ustedes, sin ir más lejos trabajan en un magazine, no en un
  programa. En la tele, cuando el presentador dice varias veces la
  palabra O.K. y baila como un trompo por el escenario la cosa se

  llama show, bien distinto, como saben ustedes, del anticuado
  espectáculo; si el show es heavy es que contiene carnaza y si es
  reality parece el difunto diario El Caso, pero en moderno.
  Entre medias, por supuesto, ya no ponen anuncios, sino spots que,
  aparte de ser mejores, te permiten hacer zapping.
  Estas cosas enriquecen mucho.
  Para ser ricos del todo, y quitarnos el complejo tercermundista
  que tuvimos en otros tiempos, solo nos queda decir con acento
  americano la única palabra que el español ha exportado al mundo:
  la palabra "SIESTA."

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